Una lista provisional de los derechos del lector la formulaba el escritor francés Daniel Pennac en Como una novela (1992). En esa obra recriminaba a los adultos imponer la obligación de leer con argumentos tan fáciles de suscribir como los siguientes:
En materia de lectura, nosotros «lectores» nos permitimos todos los derechos, comenzando por aquellos que negamos a los jóvenes a los que pretendemos iniciar en la lectura:
1) El derecho a no leer.
2) El derecho a saltarnos páginas.
3) El derecho a no terminar un libro.
4) El derecho a releer.
5) El derecho a leer cualquier cosa.
6) El derecho al bovarismo.1
7) El derecho a leer en cualquier sitio.
8) El derecho a hojear.
9) El derecho a leer en voz alta.
10) El derecho a callarnos.
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1 Enfermedad de transmisión textual. (Término alusivo a Madame Bovary, la protagonista de la novela homónima de Flaubert, lectora compulsiva y apasionada de novelas románticas.)
En la lista, como vemos, el principio y la ley que predomina es la libertad. Porque la libertad ha de estar por encima de todo: hemos de poder leer lo que queramos, donde queramos, como queramos, cuando queramos y cuanto queramos. No está hecho el mundo para perder el tiempo.

De todos modos, me parece que la lista está incompleta. ¿Qué otros derechos como lectores nos asisten? ¿Quién se atreve a continuar enumerando? Se admiten sugerencias.
El libro de Pennac es, por supuesto, muy recomendable y apto para todos los públicos. Sin serlo, como indica el título, se lee "como una novela" y tiene esa rara facultad de los "libros vivos", esos que hablan directamente al lector. Por eso, creo que muchas personas pueden disfrutar con su lectura, así que no lo dudéis... Ánimo.
Daniel Pennac (1992). Como una novela. Barcelona: Anagrama, 1993. Traducción de Joaquín Jordà.
(Artículo de www.elcanonliterario.con)